Cuantos viajes planeamos fuera de nuestro país, sin a veces pararnos a pensar en las maravillas que tenemos a un “casi” tiro de piedra. Por eso, el verano pasado, decidimos, gracias a que estaba ya rozando el límite de movilidad en mi embarazo, quedarnos cerca y explorar algún rincón español que ninguno de los dos conociese. – ¡Galicia! – propuse sin pensarlo mucho, antojada yo de buena comida. Encontramos buenos precios, teníamos amigos pasando unas semanas por ahí, así que no nos lo pensamos mucho. Fué un viaje muy especial. Por un lado por lo cansados que estabamos, Sergio de trabajar, acostandose a las mil todas las noches, yo de no parar de un lado a otro con una chiquitina dentro, otra, menos chiquitina, fuera… Nos hizo buen tiempo. Estos dos valientes que tengo en casa se bañaron y todo y disfrutamos de mucha tranquilidad y buena comida, qué digo… buenísima. Por otro lado, este iba a ser nuestro último viaje siendo tres, con lo que lo saboreé con mucha intensidad.
Supongo que sobra decir que Galicia es de visita obligada. Y qué decir de su gente. ¡Me encantan! Os dejo con el video de esos días, menos currado, pero al menos ahí lo tengo, que eso siempre es lo importante. Ay, lo vuelvo a ver, todo tan verde y precioso… Pensar en ese incendio, mes después de ir nosotros, se me rompe el alma. Espero que nunca vuelva a ocurrir algo así.
Besos y abrazos para todos, en especial a nuestros queridos amiguitos gallegos!
Comments