Emprender un viaje que requiera coger aviones, coches, barcos… con un bebe menor de un año, al extranjero, puede parecer complicado pero no imposible. Claro está que no vas a poder hacer lo que de verdad hubieras hecho si hubieses ido sin tan adorable compañía; es más cansado, vas más lento, debes cambiar pañales en cualquier parte bajo miradas extrañas, intentas que duerma sus siestas haciendo malabares (sujetándole con una mano la suya mientras que tú con la otra y medio encorvada vas haciendo fotos, videos, comiendo un bocadillo ya frío e intentando mantener una conversación con tu pareja sobre lo bonita que te parece la ciudad) “Multitasking”. Pero el no verlo todo, en este caso, o mejor dicho, verlo de esta manera, merece la pena.
Comentan las malas lenguas, que viajar con niños pequeños es bastante lata y más lo es aún con bebes, además de decirte que no sirve para mucho porque luego no se acuerdan. Me da pena oír eso, porque los ves, se quedan con todo. Alucinan con todo. Y te enseñan cosas que sin ellos, no serías capaz de ver. Es increíble.
Entre todo este turismo multitarea, he logrado recoger algunas imágenes y hacer un pequeño corto de nuestro viaje. En dos partes.
Un abrazo y a seguir explorando.
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